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José Luis Bonet, Presidente de la Cámara de Comercio de España

España es un país con una enorme potencia, con atractivos inigualables tanto en lo que se refiere al patrimonio cultural como natural, con una sociedad luchadora y resiliente, y un tejido empresarial innovador. Las empresas y el conjunto de la ciudadanía han protagonizado un gigantesco salto en términos económicos y sociales en los últimos 50 años, y estamos en disposición de hacerlo de nuevo. 

Desde la restauración de la democracia, hemos pasado de una economía con exceso de intervención a una economía social de mercado con un sólido estado del bienestar y apertura al exterior. 

En 1975 el PIB per cápita se situaba en el entorno de los 3.000 euros, hoy supera los 27.000; las exportaciones suponían un 11% del PIB, hoy representan más del 42%; el número de ocupados sea incrementado desde los 12,9 millones de personas a más de 21 millones, y el gasto social ha pasado de representar el 11% del PIB a superar el 28%. 

Desde nuestra entrada en la Unión Europea, España ha recibido 374.000 millones de euros en fondos estructurales a los que hay que añadir los 163.000 millones que percibiremos a través de los fondos Next Generation y los 36.700 que obtendremos en el próximo periodo plurianual de fondos. En total, casi 574.000 millones de euros entre 1986 y 2027, una cifra que equivale al 42% de nuestro PIB. 

Y, todo ello, gracias a la estabilidad política e institucional que nos ha brindado la Constitución de 1978 y los valores en ella consagrados: democracia, estado de derecho, monarquía constitucional, separación de poderes, economía social de mercado, estado del bienestar y estado de las autonomías. 

España es, hoy, otro país. Sin duda, existen problemas que hay que solucionar y desafíos que debemos afrontar, pero el salto que hemos dado entre todos es espectacular. 

Y una parte sustancial de esta historia de éxito se debe a las empresas que, en un sistema de economía social de mercado como el nuestro, son la pieza clave que garantiza el progreso y el bienestar del conjunto de la sociedad. 

El tejido empresarial español no solo se ha adaptado a difíciles y cambiantes circunstancias, sino que ha hecho gala de una férrea voluntad para seguir adelante, transformarse y seguir contribuyendo al progreso del conjunto del país. 

Un proceso que han liderado las grandes empresas españolas que son líderes en el mundo y son el motor de la marca España. Pero el 99,8 por ciento de nuestro tejido empresarial está compuesto por pymes. Y son una buena parte de las pequeñas y medianas empresas las que, en este momento de profundo cambio, tienen que transformarse, salir a los mercados internacionales, y consolidar y fortalecer nuestra marca país. 

La excelencia, la calidad, la innovación, la marca o el posicionamiento en los mercados son atributos que las pymes deben incorporar a su actividad a través de la digitalización, la formación, la sostenibilidad y la internacionalización. 

En este proceso, sin duda complejo, las pymes necesitan el apoyo de instituciones como la Cámara de España, la red de cámaras territoriales y la red de cámaras en el extranjero que las acompañen y guíen y que, a través de la colaboración público-privada, pongan a su disposición todas las herramientas que sean necesarias para ayudarlas. 

Contamos con el inestimable apoyo de los fondos Next Generation EU que brindan a España una oportunidad histórica para llevar a cabo las reformas e inversiones necesarias para lograr un crecimiento económico más sólido y sostenible. 

Su capacidad transformadora y modernizadora es comparable a la que supuso la inyección de fondos estructurales tras la incorporación de España a la Unión Europea en 1986, pero plantean un innegable reto para gestionar una gran cantidad de recursos en un periodo de tiempo relativamente corto. 

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